miércoles, 23 de septiembre de 2015

Siempre ser agradecido

Hace ya casi 17 años escuché estas palabras de un amigo, para otro amigo en común, "siempre hay que ser agradecido". Este amigo celebraba la pascua, de alguien que en ese momento ocupaba el rol no solo de confidente sino de abuelo, abuelos que habían partido prontamente de mi vida. Siempre traté de hacer realidad esta frase, ser siempre agradecido ante todo y ante todos.
Estoy a muy pocas horas, para mi, de un día que siempre fue especial, un día de agradecer mucho más que pedir, un día que me sentía orgulloso porque Dios me había elegido nacer allí y no en otro lugar. Estamos a las vísperas de celebrar las fiestas de "Nuestra Señora de la Merced" o para mi de las Mercedes, porque es la de los regalos.
Mi ciudad, Mercedes  (de la cuál hoy me encuentro lejos de ella) celebra los 227 años de su fundación, bien sabemos los mercedarios en realidad su inicio no fue en setiembre de 1788, sino meses antes, en mayo más precisamente.
Desde aquel mayo de 1788, bautizada por "Capilla Nueva", la Virgen fue viendo crecer primeramente a unos rancheríos, y luego a una pequeña población, con amor se lanzó a la gesta del "Grito de Asencio", y asombrada miró como Artigas escribía su llamada "Proclama de Mercedes", y prontamente fue de mano en mano en la revolución, hasta en 1856 donde en decretos consecutivos el Presidente Giró la designó capital departamental y la elevó a ciudad. Pasaron más de 100 años para su elevación definitiva, San Juan XXIII la elevó a cabeza de una nobel diócesis.
Más o menos esa fue la historia de Mercedes, hay muchos detalles olvidados, pero eso no importa cuando el amor a una ciudad es mayor.
Para mi cada 24 de setiembre era darle las gracias, a ella que nos regala la vida, las gracias por vivir en una ciudad realmente hermosa. Mirarla a ella, tiene un don particular, es una Virgen mestiza, pero tiene un regalo mucho mayor, no es una imagen más, si la observamos detenidamente, no esta embarazada, ni tiene el niño en brazo o a sus pies, parece ajeno ese niño Jesús, pero si la observamos bien tiene su vista mirándonos, diciéndonos con amor de madre y mostrándonos a su hijo en nuestro interior. Desde hace algún tiempo, me he preguntado cuántas veces me ha mirado con amor maternal, cuántas veces se habrá alegrado cuando entraba  a la catedral y solamente la miraba para darle gracias, cuántas veces me ha consolado cuando le decía mi penas, y me quedaba minutos eternos en su regazo.
Mañana no es un día más, el Papa Francisco siempre nos pide que recemos por los más olvidados, yo me he dado cuenta, de que no solo los ancianos son olvidados, sino también los presos.
Los privados de la libertad son los primeros olvidados en la sociedad, y los grandes marginados; al menos mañana recemos por ellos, a esa madre liberadora de cautivos "abogada de los presos"; y pedirle a María que rompa las cadenas de nuestra indiferencia hacia los más débiles.
Gracias a Dios soy mercedario, y me cuida una madre piadosa. 

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